top of page
fondo MOYA.jpg
acuarela_edited_edited.png
acuarela_edited.png

Paisajes sonoros

MOYA 
CEMENTERIO

La madre corría junto a su marido, que sostenía a la pequeña intentando atravesar
los campos y terrenos en una noche de lluvia a fin de llegar al hospital más cercano.
Lo que ocurrió al llegar ya lo cantó Valentina la de Sabinosa en su “arrorró". Y es
que en los brazos de su madre, con apenas meses de vida, voló un angelito al cielo
de Moya. Desde ese día Dorita “la graciosa” y Manolo “el venao” no volvieron a ser
los mismos. El día a día en las tomateras y la construcción aliviaba la pena que al
terminar llevaban a casa. Para el único hermano que conoció a la pequeña se
sucedieron días y años a la sombra del duelo. Manolo pereció en alma el día en que
la niña murió. Y éste, encontró en el trabajo y la bebida una forma de darle la
espalda a la vida y maldecir el plan que Dios tuvo para la suya. En ese entonces no
se daba cuenta que al lamentar las desdichas e infortunios, estaba dejando de
apreciar todo lo que su mujer y sus tres hijos restantes les habían dado.


Seguramente para cuando lo hizo fue algo tarde, pero se le recuerda la valentía de
un hombre que sólo conoció pena y trabajo, y que no renunció al amor por su
familia aún a riesgo de mostrarse vulnerable en tiempos en los que para un hombre
el miedo no era una opción. Tampoco Dorita pudo superar la pérdida, pero en cierto
modo, su fortaleza de mujer le hizo saber que si bien la desolación le aguardaba a la
noche, no le podía privar de la felicidad de los que sí estaban con ella. Ellos le
devolvían a ratos la sonrisa a “la graciosa”.


Los años pasaron y Dorita y Manolo, que ya no están, descansan junto a su hija en
una fosa del cementerio de Moya. A él acuden todos los domingos su hijo
primogénito con su hija; nieta de ellos, de almendrados ojos verdes. Ella siempre les
lleva flores, crisantemo araña blanca; que son sus preferidas. El padre recuerda con
ella que a los abuelos les tocó un buen sitio, pues tienen vistas al barranco de Moya.
A ambos les une y les hace feliz ese momento y se despiertan el domingo con la
alegría de comprar flores e ir a ver a los abuelos.
Esto es solo una historia de muchas que yacen bajo esas rocas, pero si algo hace
especial al cementerio de Moya, es como acuden las familias a recordar a los suyos.
Lejos de el halo que circunda a todos los asuntos que con la muerte tienen que ver;
la gratitud, la felicidad y los recuerdos alegres por momentos ganan a la nostalgia, la
pérdida y la tragedia.


Construído en el siglo XIV en un estilo neoclásico, el cementerio de Moya te recibe
con el monumento funerario en cruz y base en cantería. Ahora, en el espacio que
antes daba al barranco, se encuentra la nueva Plaza de la Concordia, inaugurada
en 2021. Un mirador que conecta con la entrada del cementerio. Dentro destaca un
panteón con tres angelitos tallados en mármol que te reciben entrando a la
izquierda. Pero otros, no los que me refería en la historia. Aquellos están a la
derecha, en su balcón privilegiado. Y esto me recuerda que sin dejar de respetar la
solemnidad del lugar, los cementerios deben ser un espacio de recuerdo de lo que
algún día nos hizo felices.

Logo Cabildo de Gran Canaria

© 2024 Mapa Sonoro Gran Canaria

bottom of page