



Paisajes sonoros
TEROR
LA FUENTE AGRIA
Cuando se dice "agria” no se refiere a la sensación de un sabor ácido detectado por
los laterales internos de la lengua, como se podría pensar. Ese adjetivo o epíteto
hace referencia al ácido carbónico que produce ese cosquilleo y sabor característico
del agua con gas. Y es que este manantial, rico en minerales, produce ese efecto de
forma natural en sus aguas, aunque cuentan que de aquellos caudales y burbujas
que una vez vio salir la fuente, queda algo menos. En 1916 se construye con piedra
de cantería la fuente que enlaza con el naciente de del manantial de Teror en una
forma de exaltación del bien más preciado. Un portón recibe a los vecinos del
municipio para que puedan cargarse de agua de abasto para el consumo familiar.
Hasta 45 litros por familia al día, cantidad que que bastaría para la mayor de las
familias y aún así daría para algunas más.
Esta agua, denominada bien público ha abastecido durante más de un siglo a
familias enteras de terorenses que antes, en vasijas, y ahora, en garrafas, se
amontonan a hacer cola aguardando su turno. De los cinco chorros de entonces,
actualmente son tres los que funcionan, lo que hace que llenar varias garrafas
ocasionen largas esperas Aunque al final siempre queda entre vecinos y nunca es
un mal momento para charlar de lo que acontece en el pueblo, o en la vida.
Cerca de allí se encuentra la embotelladora, la cual surte en gran producción a
comercios, negocios y supermercados. El agua se caracteriza al gusto por tener un
hilo fino de burbujas que recorren la boca pero no invaden, dista de otras
producciones con un carbonatado a posteriori. Pues no es lo mismo un agua mineral
con gas, que un agua carbonatada. Precisamente en esta embotelladora el proceso
que se hace es opuesto, puesto que venden agua sin gas.
Ya anteriormente al 1916, se consideraba que estas aguas contaban con
propiedades minero-medicinales, hay escritos sobre la existencia de un afamado
balneario en el siglo XIX. Hoy en día La fuente Agria es un portal de peregrinaje
cotidiano en el que el pueblo le da a sus habitantes su tesoro esencial, una de las
pocas cosas indispensables para la vida y esperemos que por muchos siglos.