



Paisajes sonoros
VALLESECO
SIDRERÍA EL LAGAR DE VALLESECO
Por una carretera por donde aflora tímidamente la laurisilva deslizándose por la
espalda del pico de Osorio, llegamos a la finca de Ángel y Ángela. A la entrada,
vemos un portón inconfundible con el nombre de la finca y fotos de las distinguidas
sidras con sus premios correspondientes. Y es que llegamos a este lugar seducidos
por la idea de tener una de las mejores producciones reconocidas a nivel mundial de
sidra en el centro de la isla.
El secreto, o uno de ellos, como no puede ser de otro modo, es la manzana que
cultiva en las varias hectáreas repartidas por la ladera del barranco. Una manzana
que debido al calor y las temperaturas de la isla produce una concentración mayor
de glucosa, lo que en la fermentación le dará la graduación de alcohol por encima de
la media. En la cáscara de toda fruta viene levadura y las condiciones se dan para
que se alimente de un zumo donde absorbe el azúcar, produce CO2 y convierte esos
azúcares en alcohol. Y hasta aquí puedo escribir, o quiero más bien.
Una vez dentro, encontramos una serie de maquinaria y bidones de cuyos nombres,
formas y funciones no quiero acordarme. Pues un invitado recibiendo una clase
maestra de producción de tal elixir aprende, disfruta y no desvela. Los diferentes
procesos, el juego de las temperaturas, presiones y concentraciones dan con una
variedad de jugos que van desde el más puro zumo de manzana con un sabor de
raíz hasta los pulposos caldos sin filtrar de cosechas que pudimos probar hoy y se
venderán dentro de un año. Pues es en octubre cuando se recoge la cosecha, se
prensa la fruta, se elabora la sidra y se embotella. Y tuvimos la suerte de llegar en el
proceso.
Un recorrido por técnicas y procedimientos, algunos irrevelables, por parte de un
jubilado del taxi y el transporte marítimo convertido desde hace 12 años en artesano
de la sidra, y ya experto. Pues tales conocimientos químicos, industriales y
ecológicos son un bagaje que ha ido acumulando a base de trabajo de campo, y no
me refiero al cultivo, sino a numerosos viajes donde ha conocido a expertos,
estudiado técnicas y de donde se ha hecho con maquinaria para poder hacer hoy
una de las mejores variedades de sidra del mundo.
El Brut espumoso, el semiseco espumoso, la sidra natural y la lobo fueron algunas
que pudimos ver, catar, y de forma recatada re-catar. Más allá de una visita guiada,
me voy con la sensación de haber tenido un encuentro familiar con el maestro Ángel
y su encantadora mujer Ángela en un lugar donde puedo volver para pasar un rato
hablando de lo terrenal mientras brindamos con lo celestial. Él no produce para fuera
ni rincones gourmets de superficies. Él vende su sidra y la distribuye en los
comercios de Valleseco. Y es que más importante que el reconocimiento de las
élites, que lógicamente satisface, es reconocerse uno sobre la tierra que pisa.